viernes, 26 de mayo de 2017

Relato: Retazos de una vida V

¿Lo estabais esperando? Pues aquí llega un nuevo capítulo de la serie Retazos de una vida. ¡Recuerda leer el primero, segundo, tercero y cuarto si todavía no lo has hecho!


Ronald despertó en la cama empapado de sudor, sintió el propio aliento de Marga en su nuca como si realmente estuviese allí; un escalofrío le recorrió toda la espalda. Miró el reloj, eran las cinco de la madrugada, se dio la vuelta en la cama intentando y volvió a conciliar el sueño.

A la mañana siguiente la pesadilla ya era un recuerdo. Era sábado, tenía la mañana libre y aprovechó para llenar la despensa que ya lo pedía a gritos. Rebuscó entre el armario de los trastos una bolsa de la compra, sin embargo, encontró un carrito. Por unos instantes pensó que parecía una de esas señoras mayores que pasean por los mercados. Pero la comodidad era tal que no podía despreciarlo por nimiedades.

Paseando por los pasillos del supermercado, comparando los precios más asequibles, se desprendió algo del carro quedando en el suelo. Al recogerlo, observó que era una vieja fotografía en la cual aparecía una señora junto a un niño. Cuando se fijó más detenidamente distinguió a una Marga treinta años más joven, era mucho más oronda, las arrugas casi invisibles, el pelo negro le daba una imagen más juvenil y su postura erguida le hacía crecer una cabeza más.

Una vez el carro lleno, decide visitar a Marga para encontrar una explicación al hallazgo. Dentro del portal se oyen pasos descender, por la lentitud se trataba de Marga, subió unos peldaños hasta toparse con ella.

            -¡Buenos días, vecina! -saludo Ronald.
            -¡Ahh! ¿Tú quién eres? -Marga se detiene analizándole con gesto asustado- ¡Qué susto me has dado! No te había reconocido con ese carro.
            -Vengo de la compra, ¿dónde va usted?
            -Yo también iba a comprar, es posible que mi hijo venga hoy a comer.
            -Un momento -dice Ronald mientras saca la foto del bolsillo-, he encontrado esto por casa, ¿esa es usted?

Marga sujeta la fotografía con una mano temblorosa y deformada por la artritis cuando se dibuja una sonrisa en su cara.

            -Sí esa soy yo, estoy con el hijo de Esteban. Ese niño se pasaba los días en mi casa después de que mi marido falleciera. Era un sol. -dice devolviéndole la fotografía con ojos vidriosos.
            -Te la puedes quedar, yo no la quiero para nada. -niega con la cabeza.
            -Muchas gracias, hijo. Me voy que me están esperando.

Marga continua su camino ayudada por el bastón mientras Ronald medita quién debe estar esperándola si iba a hacer la compra. Sin darle mayor importancia al asunto emprende su camino a casa; desempaqueta y ordenar toda la comida. Dejando el carro en su sitio suena el teléfono.

            -¿Dígame?
            -¡Hola, chaval! Soy Esteban, ¿Cómo vas con el piso?
            -Bien.
            -Me alegro, no sabes la suerte que tienes. ¡Ese piso es una ganga! Perdona que te cortase el otro día pero tenía prisa. ¿Cómo está Marga?
            -Muy bien la acabo de encontrar por la escalera, iba a comprar comida para su hijo.
            -¿Su hijo dices? Su hijo falleció junto con su marido hace muchos años ya. ¡Qué mala es la vejez!
Ronald reflexiona las palabras de su casero cuando le viene a la mente la fotografía.
            -Marga me ha dicho que era muy amiga de su hijo.
            -¡Oh sí! cuando se quedó sola dejábamos que Tomás, mi hijo, pasara las tardes con ella haciéndole compañía, Marga estaba todos los días entrando y saliendo de mi casa, era la tercera abuela de Tomás. Pero, un día de pronto Tomás dejó de visitarla, ya sabes cómo son los niños hoy quieren una cosa y mañana otra.
            -Pobre señora.
            -No te preocupes esa mujer está mejor que todos nosotros, nos enterrará a todos ya lo verás. En fin, te dejo con tus cosas, cualquier problema me llamas.


Continuará…

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