martes, 2 de mayo de 2017

Microrrelato: Oda a la desconfianza



¿Qué estará haciendo en este preciso momento? Es una de las preguntas que más me atormenta cuando no estamos juntos. Ver cómo pasan las horas sin tener noticias suyas, mi cabeza da rienda suelta a la imaginación, imágenes tormentosas y apoteósicas se aglomeran en mi memoria. Rápidamente me pongo con las cosas de casa, necesito distraerme para que mi cabeza ocupe su tiempo libre en otros menesteres menos dolorosos.

Sin demasiado éxito, logro que pasen un par de horas. Cuando por fin recibo un mensaje suyo lo leo con detenimiento: «Cariño, ya estoy en casa, me doy una ducha y nos vemos» ¿Ya estoy en casa? Eso significa que ha estado por ahí de fiesta y parrando mientras yo me quedaba en casa sin salir y pensando todo el día. Ya veo lo que le importo, ya veo quién es el que está más implicado en esta relación. Sin pensarlo dos veces le expongo en un breve mensaje con mi opinión: «Espero que te lo hayas pasado muy bien hoy pero prefiero quedarme en casa descansando». Creo que, tácitamente, queda grabado mi estado ánimo en esas letras.

Continúo con mis quehaceres sin desprenderme del teléfono móvil. Unos minutos más tarde mi móvil empieza a sonar.

            -Dime.
            -Cariño, ¿qué te ha pasado? Pensaba que habíamos quedado hoy.
            -Sí, ya lo sé, pero llevo todo el día en casa sin parar y no tengo ganas, además seguro que tú también debes estar cansado de estar todo el día fuera de casa. -Seguro que así lo entiende mejor.
            -Mi amor, ya te dije que hoy tenía una barbacoa con mis amigos. ¿No te acuerdas?

No, no me acordaba, pero eso tampoco es motivo para pasar de mí durante todo el día.

            -Bueno, yo mañana he quedado con mi familia para comer y no quiero acostarme tarde.
            -¿Te has enfadado?

Mira que hay que ser idiota, todavía no se ha dado cuenta de que sí.

            -No estoy de humor, eso es todo.
            -Pero es que no entiendo por qué te pones así. Yo tenía mis planes del mismo modo que tú tienes los tuyos mañana, por eso dijimos de vernos ahora. Llevo todo el día con ganas de verte.

Vete con esos cuentos a otra parte.

            -Si esperas que me crea eso la llevas clara, ya sé cómo son tus amigos, a saber que habrás estado haciendo por ahí mientras yo me pasaba el día pensando en ti.
            -Cariño, no sé qué se supone que es lo que “habré estado haciendo” pero no ha pasado nada de eso, por favor, déjate de tonterías y vamos a vernos.

¡¿Tonterías?! Ahora verás tú.

            -Y, ¿qué se supone que debo de hacer yo mientras tú estás de fiesta por ahí con tus “amigotes” y yo todo el día en casa. No sé con quién habrás tonteado por ahí ni cuantos culos habrás mirado. Por mí, puedes follarte a quién te dé la gana.
            --un silencio de apodera de la llamada-, mira yo tampoco sé qué coño has estado haciendo todo el día y no me monto ninguna película. Me toca las narices que siempre pongas en duda todo lo que te digo.

Si piensa que va a tener más razón que yo por decir eso lo tiene claro.

            -Siempre antepones tus amigos a mí.
            -Tú me dijiste que no querías cambiar tu vida por estar conmigo, ¿qué se supone que debo hacer? Intentó llevar esta situación lo mejor que puedo.
            -Ya sé que tus amigos quieren que te tires a otras personas.
            -¿Qué coño tiene que ver eso ahora? Mis amigos pueden decir misa pero yo hago lo que me da la gana.
            -Mira, no tengo ganas de discutir. -Cuelgo la llamada sin darle opción a responder.


Creo que esta vez he puesto todos los puntos sobres las íes. Así la próxima vez tendrá más en cuenta mis sentimientos antes que los suyos. 

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