viernes, 14 de abril de 2017

Relato: Noche en el colegio III


Nuevo capítulo de la serie Noche en el colegio ¡No te adelantes a leerlo si todavía no has visto el primero y el segundo capítulo!


Una vez fuera mi vista se aclimata a la oscuridad y puedo ver la puerta principal, me acerco con cautela para abrir la puerta de la conserjería. Dentro hay un minúsculo escritorio, una gigantesca fotocopiadora en la esquina derecha y un armario altísimo que llega hasta el techo, el espacio es mucho más reducido de lo que pensaba. Intento abrir el armario, está cerrado con llave, forcejeo con él con la desesperación recorriendo todo mi cuerpo pero es inútil.

Me giro hacía la mesa del escritorio y comienzo a rebuscar entre los cajones, no puedo ver con certeza lo que hay en el interior de los cajones, por el tacto distingo muchos artículos de oficina. Cierro los cajones con rabia y me doy la vuelta mirando la fotocopiadora. Pienso que es imposible hallar nada allí pero es el último intento a la desesperada, me aproximo a la fotocopiadora para abrirla.

-¿Qué te crees que estás haciendo? –dice una voz ronca a mis espaldas.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, pensaba que estaba solo. Esa voz infunde terror.

-Solo intento salir de aquí. –digo con voz temblorosa.
-¡Ahí no encontraras nada!, más te vale que te vayas por dónde has venido.

Estoy totalmente paralizado casi no puedo respirar.

-Eso…, eso es lo que intento. Quiero volver a mi casa…
-¡Eso es imposible! Ya es demasiado tarde para escapar…
-¿Por qué? ¿Cómo he llegado hasta aquí? –espero unos segundos para recibir una respuesta- ¿E…estás ahí?

Me giro despacio hasta ponerme de frente a la puerta, sin embargo,  no hay nadie. Abro la fotocopiadora y aprecio un reflejo en el interior de la vitrina. Miro con mayor detenimiento y veo que se trata de una llave, no puedo alcanzarla porque el vidrio me lo impide. Abro el cajón del escritorio y hurgo hasta encontrar un objeto contundente. Me coloco delante de la impresora y, con todas las fuerzas, golpeo el vidrio haciéndolo añicos. La llave ahora sobresale y la recojo con facilidad. La pongo enfrente del reflejo naranja de la calle y leo las palabras “Biblioteca” escritas en una etiqueta con letra infantil.

No es la llave que buscaba, pero no me queda otra opción. Vuelvo sobre mis pasos hasta la entrada del patio pero esta vez giro hacia la derecha chocándome de frente con las escaleras, no las recordaba tan altas, tropiezo golpeándome con uno de los escalones en la tibia. Un terrible dolor inunda toda mi pierna, me siento en un escalón y me levanto el pantalón para ver el daño sufrido. Con mi mano fría puedo acariciar un bulto ardiendo en el hueso. Allí sentado escucho de nuevo el llanto junto con risas femeninas, dentro del baño, intento alzarme para ver de qué se trata.

Entro cojeando al baño, esta vez los llantos no paran. Se oyen en la última puerta del largo pasillo, por el ruido calculo que son tres niñas, dos ríen y una llora. Cuando llego a la puerta doy unos golpecitos; las risas de pronto cesan, intento abrir la puerta pero está bloqueada. Los llantos aumentan poco a poco hasta convertirse en gritos insoportables de dolor, nunca antes había escuchado a nadie gritar de ese modo, es horrible. Empujo la puerta con todas mis fuerzas, grito y golpeo la puerta sin obtener respuesta. Súbitamente los gritos desaparecen y la sala se queda en silencio. Me quedo callado pero no escucho nada. Esta vez consigo abrir la puerta, entro a tientas, no veo a nadie. La tapa del váter está levantada, me acerco para bajarla, odio que la dejen así; repentinamente, la cadena del váter se acciona sola. Empieza a llenarse de agua turbia y teñida de color rojizo. El váter está atascado y el repugnante líquido se desborda. No puedo detenerlo, mis zapatos se machan de ese desagradable color. Cierro la puerta aunque es inútil porque el líquido se cuela, parece que me persiga. Salgo cojeando de los baños directo a las escaleras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario