domingo, 12 de marzo de 2017

Microrrelato: Tirar la toalla


Despierto un día más en mi cama cochambrosa, cualquier día se romperá y deberé dormir en el suelo. A mi lado tengo una persona a la que un día conocí pero la cambiaron sin previo aviso. Me levanto y voy a darme una ducha, dejo correr el agua cobriza hasta poder entrar. En un retazo de espejo mohoso termino de arreglarme, tengo un trabajo malpagado que muchos rechazaron, por eso me lo dieron a mí.

Después de muchas horas encorvando mi espalda para limpiar escaleras y portales termina una jornada más donde he ganado mi pan del día. Vuelvo a casa y esa persona a la que un día quise sigue tirada en la cama en la misma posición donde le dejé, intento animarle a despertar pero solamente recibo una serie de insultos a los que no merece la pena hacer hincapié.

Mientras termino con algunas tareas domésticas pendientes una voz dentro de mí me repite una y otra vez que lo asuma, que la vida es una mierda y estamos aquí para sufrir. Agacho la cabeza y continuo con mis tareas procurando olvidar todo lo que me rodea, la espalda me da pinchazos cuando me inclino, las piernas me tiemblan al recoger la basura esparcida por el suelo pero, aun así, eso es mejor que detenerme a pensar.

A la hora de la cena, escucho un ruido desde el dormitorio haciendo acto de presencia un recuerdo olvidado para sentarse a la mesa gruñendo por su ración de comida. Tras devorarla sin mediar palabra abandona su silla enclaustrándose de nuevo en la cama, recojo todos los desperdicios esparcidos por la mesa y los llevo hasta el fregadero donde se acumula una pila de cacharros esperando a ser limpiados. La espalda hace su aparición final con los últimos platos por fregar. Al sentarme en mi decrépito sofá crujen cada una de mis vertebras proporcionándome uno de los mejores placeres del día.


Cuando me acuesto llega a mi olfato un terrible hedor a putrefacción mezclado con alcohol, dudo que recuerde el significado de darse una ducha. Le doy la espalda para mitigar el asqueroso olor que desprende, rezo mi oración diaria agradeciendo a mi hijo que me dé las fuerzas necesarias para no tirar la toalla un día más y me duermo. 

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