Día 9,
Las gotas empapan todo a nuestro alrededor, Lu eriza
el lomo colocándose delante para defendernos de ese extraño tipo.
-¿Se puede saber de qué estás hablando? -dice finalmente Marcos.
-Todavía no sé cómo habéis podido escaparos de mi
magnífico plan, -dice
ignorándole-.
Deberíais formar parte de mi ejército.
-¿Pero qué dices? ¡Tarado! -rujo enfurecido.
-Está bien, si habéis llegado hasta aquí merecéis
saber lo que os pasará -Hace
una pausa, gira su cabeza hacía detrás mirando a los perros y vuelve a mirarnos
con una sonrisa-.
Descubrí un virus capaz de mutar el ADN humano para transformar a las personas
en perros obedientes. No pensé que pudiese propagarse con tanta facilidad pero
el resultado fue maravilloso, estos chuchos me consideran su amo y obedecen
todas mis órdenes.
-¿De qué coño estás hablando? -digo incrédulo-, ¿Tú has hecho esto? ¡¿Dónde está mi familia?!
-Hace unos días inicié la gran conversión, desde
entonces creo que vosotros sois los únicos que faltáis por obedecerme. Ahora
dejemos ya de hablar y no os resistáis, ellos harán el resto. -Levanta una mano señalando al cielo y una fila de cinco
perros se adelanta mirándonos con cara de pocos amigos.
-¡Cabrón! Devuélveme a mi familia. -Me abalanzo sobre él notando una presión por el
cuello que me tira de espaldas.
-Chico, no hagas el gilipollas ahora o no saldremos
de aquí. -susurra
Marcos.
-Eso
es imposible, esta vez no podréis escapar y -dice mientras saca un estuche del interior del traje-, la única cura que hay la tengo yo.
Marcos se levanta y da unos pasos hacia el hombre de
traje.
-Creo que podemos llegar a un acuerdo. -dice Marcos con tono diplomático.
-¿Son tus últimas palabras? Está bien, te escucho.
-Has conseguido un ejército invencible, creo que has
hecho una hazaña digna de valorar y sería todo un orgullo poder unirme a tu
plan.
-Vaya, parece que eres un hombre inteligente. ¿Qué
harás con tus amigos?
-Por mí… puedes convertirlos. -sentencia Marcos mientras se acerca a él.
-¡Serás hijo de la gran puta! -grito- ¡Borracho asqueroso muérete! -Lu me acompaña con sus ladridos.
-¿De verdad pensabas que iba a quedarme en el bando
perdedor? -replica
Marcos-, chicos ha sido un placer conoceros pero aquí se separan nuestros caminos.
-Dejemos las discusiones para otro momento, solo
faltas tú. -Chasquea
los dedos y uno de los perros sale directo hacía mí.
Me arrastro hacía atrás deprisa pero choco contra el
tronco del árbol, no tengo escapatoria. Me preparo para recibir un mordisco
cuando una mancha negra se cruza en el trayecto del perro, es Lu. Le embiste y ruedan
por el suelo enfangado manchándose de barro hasta no poder distinguir cuál es
cuál, se mezclan ladridos, gruñidos y llantos caninos. Lu lleva la ventaja, está encima mordiéndole las patas mientras el otro intenta
escabullirse agitándose con mucho frenesí.
El hombre de blanco vuelve a chasquear los dedos y
otro perro sale disparado hacía Lu, arremetiendo con mucha fuerza; Lu sale
despedida unos metros más allá. El primer perro se reincorpora y, mientras Lu
sigue tirada en el suelo asimilando el golpe, se lanzan sobre ella eliminando
cualquier ventaja anterior.
Me levanto de un salto y voy corriendo a socorrerla.
Lanzo una patada con todas mis fuerzas al perro que tiene encima, éste rueda un
par de vueltas y queda tendido en el suelo lanzando un gemido agónico. En ese
momento el otro perro cesa su ataque a Lu y centra toda su atención en mí con
una mirada asesina. Me preparo para su próxima embestida cuando de pronto oigo
un sonoro ruido hueco que lo deja todo en silencio.
Me doy la vuelta y veo como el tipo de blanco ha
perdido su sombrero, dejando al descubierto una cabeza calva, se tapa el lado
izquierdo de la cara con las manos mientras un hilo de sangre desciende por su
cuello manchando su traje de color rojo. Justo enfrente está Marcos armado con
su garfio como si fuese un bate de béisbol, al levantar de nuevo el gancho para
lanzar el segundo golpe, el ejército de perros se abalanza sobre él tirándolo
al suelo desapareciendo entre un montón de patas, rabos y dientes.
Voy hacía el hombre de blanco que se mantiene
sentado en el columpio aturdido por el golpe de Marcos. No se percata de mi
presencia cuando agarro una de las cadenas que sostiene el columpio y le rodeo
el cuello estrangulándole con todas mis fuerzas. Patalea para deshacerse de mí,
al soltar sus manos de la cara puedo ver como se desprende un pellejo dejando un
cráneo blanquecino al descubierto, durante el forcejeo resbala del columpio
quedándose colgado de la cadena.
Escucho como la jauría huye despavorida al ver a su
líder asfixiado pudiendo ver a Marcos ensangrentado y con la ropa hecha jirones.
Me acerco a él y le sujeto la cabeza.
-Tranquilo Marcos te pondrás bien, te llevaré al
hospital y te daré el antídoto para que no te conviertas. -Lu llega arrastrándose hasta los pies de Marcos.
Marcos entreabre un ojo y me sonríe.
-No digas tonterías -Brota sangre de su cuello cada vez que abre la boca-, llévate a Lu y el antídoto. Iros lejos de aquí y cúrala.
-¡No!
Te llevaré con nosotros y encontraremos la solución a todo esto. No te pienso
dejar aquí.
Miro a Marcos, parece estar dormido, le agito
suavemente para que vuelva a despertar sin conseguir ninguna reacción. Lu lanza
un aullido estremecedor mientras mis lágrimas se confunden con la lluvia.
Arrastro a Marcos bajo el árbol, le arranco el estuche al ahorcado y me marcho
con Lu en brazos lejos de aquella escena.
Continuará…
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