jueves, 16 de marzo de 2017

Relato: Querido diario IX

Noveno capítulo de la serie Querido diario, espero que lo disfrutéis. Y si todavía te falta alguno por leer no olvides ver los anteriores.



Día 9,


Las gotas empapan todo a nuestro alrededor, Lu eriza el lomo colocándose delante para defendernos de ese extraño tipo.

            -¿Se puede saber de qué estás hablando? -dice finalmente Marcos.
            -Todavía no sé cómo habéis podido escaparos de mi magnífico plan, -dice ignorándole-. Deberíais formar parte de mi ejército.
            -¿Pero qué dices? ¡Tarado! -rujo enfurecido.
            -Está bien, si habéis llegado hasta aquí merecéis saber lo que os pasará -Hace una pausa, gira su cabeza hacía detrás mirando a los perros y vuelve a mirarnos con una sonrisa-. Descubrí un virus capaz de mutar el ADN humano para transformar a las personas en perros obedientes. No pensé que pudiese propagarse con tanta facilidad pero el resultado fue maravilloso, estos chuchos me consideran su amo y obedecen todas mis órdenes.
            -¿De qué coño estás hablando? -digo incrédulo-, ¿Tú has hecho esto? ¡¿Dónde está mi familia?!
            -Hace unos días inicié la gran conversión, desde entonces creo que vosotros sois los únicos que faltáis por obedecerme. Ahora dejemos ya de hablar y no os resistáis, ellos harán el resto. -Levanta una mano señalando al cielo y una fila de cinco perros se adelanta mirándonos con cara de pocos amigos.
            -¡Cabrón! Devuélveme a mi familia. -Me abalanzo sobre él notando una presión por el cuello que me tira de espaldas.
            -Chico, no hagas el gilipollas ahora o no saldremos de aquí. -susurra Marcos.
            -Eso es imposible, esta vez no podréis escapar y -dice mientras saca un estuche del interior del traje-, la única cura que hay la tengo yo.

Marcos se levanta y da unos pasos hacia el hombre de traje.
            -Creo que podemos llegar a un acuerdo. -dice Marcos con tono diplomático.
            -¿Son tus últimas palabras? Está bien, te escucho.
            -Has conseguido un ejército invencible, creo que has hecho una hazaña digna de valorar y sería todo un orgullo poder unirme a tu plan.
            -Vaya, parece que eres un hombre inteligente. ¿Qué harás con tus amigos?
            -Por mí… puedes convertirlos. -sentencia Marcos mientras se acerca a él.
            -¡Serás hijo de la gran puta! -grito- ¡Borracho asqueroso muérete! -Lu me acompaña con sus ladridos.
            -¿De verdad pensabas que iba a quedarme en el bando perdedor? -replica Marcos-, chicos ha sido un placer conoceros pero aquí se separan nuestros caminos.
-Dejemos las discusiones para otro momento, solo faltas tú. -Chasquea los dedos y uno de los perros sale directo hacía mí.

Me arrastro hacía atrás deprisa pero choco contra el tronco del árbol, no tengo escapatoria. Me preparo para recibir un mordisco cuando una mancha negra se cruza en el trayecto del perro, es Lu. Le embiste y ruedan por el suelo enfangado manchándose de barro hasta no poder distinguir cuál es cuál, se mezclan ladridos, gruñidos y llantos caninos. Lu lleva la ventaja, está encima mordiéndole las patas mientras el otro intenta escabullirse agitándose con mucho frenesí.

El hombre de blanco vuelve a chasquear los dedos y otro perro sale disparado hacía Lu, arremetiendo con mucha fuerza; Lu sale despedida unos metros más allá. El primer perro se reincorpora y, mientras Lu sigue tirada en el suelo asimilando el golpe, se lanzan sobre ella eliminando cualquier ventaja anterior.

Me levanto de un salto y voy corriendo a socorrerla. Lanzo una patada con todas mis fuerzas al perro que tiene encima, éste rueda un par de vueltas y queda tendido en el suelo lanzando un gemido agónico. En ese momento el otro perro cesa su ataque a Lu y centra toda su atención en mí con una mirada asesina. Me preparo para su próxima embestida cuando de pronto oigo un sonoro ruido hueco que lo deja todo en silencio.

Me doy la vuelta y veo como el tipo de blanco ha perdido su sombrero, dejando al descubierto una cabeza calva, se tapa el lado izquierdo de la cara con las manos mientras un hilo de sangre desciende por su cuello manchando su traje de color rojo. Justo enfrente está Marcos armado con su garfio como si fuese un bate de béisbol, al levantar de nuevo el gancho para lanzar el segundo golpe, el ejército de perros se abalanza sobre él tirándolo al suelo desapareciendo entre un montón de patas, rabos y dientes.

Voy hacía el hombre de blanco que se mantiene sentado en el columpio aturdido por el golpe de Marcos. No se percata de mi presencia cuando agarro una de las cadenas que sostiene el columpio y le rodeo el cuello estrangulándole con todas mis fuerzas. Patalea para deshacerse de mí, al soltar sus manos de la cara puedo ver como se desprende un pellejo dejando un cráneo blanquecino al descubierto, durante el forcejeo resbala del columpio quedándose colgado de la cadena.

Escucho como la jauría huye despavorida al ver a su líder asfixiado pudiendo ver a Marcos ensangrentado y con la ropa hecha jirones. Me acerco a él y le sujeto la cabeza.
            -Tranquilo Marcos te pondrás bien, te llevaré al hospital y te daré el antídoto para que no te conviertas. -Lu llega arrastrándose hasta los pies de Marcos.

Marcos entreabre un ojo y me sonríe.
             -No digas tonterías -Brota sangre de su cuello cada vez que abre la boca-, llévate a Lu y el antídoto. Iros lejos de aquí y cúrala.
            -¡No! Te llevaré con nosotros y encontraremos la solución a todo esto. No te pienso dejar aquí.

Miro a Marcos, parece estar dormido, le agito suavemente para que vuelva a despertar sin conseguir ninguna reacción. Lu lanza un aullido estremecedor mientras mis lágrimas se confunden con la lluvia. Arrastro a Marcos bajo el árbol, le arranco el estuche al ahorcado y me marcho con Lu en brazos lejos de aquella escena.

Continuará…

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