Aquí llega otro capítulo de Querido diario, si todavía no has leído los anteriores ¡No esperes más!
Día 7,
Entro corriendo a la
trastienda y veo a Lu acorralada en una esquina por un perro, éste muestra toda
su dentadura igual que una sierra afilada. Marcos está plantado con su garfio
en las manos justo detrás del perro.
-Chico, deja la puerta abierta, intentaré
ahuyentarlo.
Aprieta el palo con su
mano y da unos golpes muy escandalosos en el suelo pero el perro no se mueve
está completamente centrado en Lu, le embiste con el último golpe de Marcos. Lu
intenta defenderse pataleando, solo se oyen sus gritos. Marcos actúa rápido y
se lanza hacía el perro enganchándolo por el pescuezo, le rodea con el garfio y
tira de él, se escucha un gemido lastimero y el perro se aparta, se zafa del
gancho y sale despavorido por la puerta, yo la cierro bloqueándola con mi
cuerpo. Marcos auxilia a Lu tendida en el suelo.
-¿Niña, estás bien?
-Creo que sí… -dice jadeando.
Lentamente se
reincorpora y Marcos la inspecciona, su anorak tiene un buen agujero en uno de
los costados donde sale una gran cantidad de plumas. Marcos le ayuda a
sacárselo y pronto distingo una mancha de sangre tiñendo su jersey.
-¡Lu,
estás sangrando! -grito.
Ella se mira alarmada y
cuando la ve parece ser consciente de la lesión porque se encorva y apoya su
mano en el costado adolorida. Marcos la sienta encima de un sarcófago de nevera
y se agacha mientras le levanta un poco el jersey.
-No os preocupéis chicos, solo es un rasguño. -dice con voz autoritaria-. ¿tienes algún botiquín?
-No. -solloza
Lu.
-El hospital queda a unos pocos metros de la
comisaria, tenemos que ir para curar esta herida. -dice mientras le realiza un vendaje improvisado con
un pañuelo de tela que saca de su bolsillo.
-Está bien, vamos. -sentencio.
-Álex mira. -Saca de su mochila una bolsa con cruasanes-. Solo quedaba esto. -dice con una sonrisa.
-Muchas gracias Lu, esta vez te los pagaré. -digo dejando que su brazo me rodeé y con el otro
sostiene el vendaje. Al andar puedo sentir el cuerpo Lu todavía tembloroso por
culpa del suceso.
Por el camino Lu nos explica su encuentro con el
perro, ella creyó que estaba sola, miró por las estanterías y lo vio todo
vacío, al abrir las neveras encontró el mismo panorama, entonces recordó que su
madre solía dejar cosas en el horno para que no se enfriasen y fue a buscar
allí encontrándose con los croissants. Mientras los guardaba en la bolsa,
escuchó un gruñido, al darse la vuelta vio al perro y gritó, fue entonces
cuando aparecimos nosotros por la puerta.
Volvemos a entrar en el parque, los pajarillos cantan
en la copa de los árboles cuando de pronto escuchamos:
-Despediros de vuestra amiga.
Los tres nos giramos y vemos una figura masculina de
blanco entre los árboles.
-¿Quién eres? -gritó Marcos.
-Eso no importa la cuenta atrás ya ha comenzado.
-¿De qué estás hablando? -dije.
El hombre da media vuelta y desaparece entre los
árboles. Marcos corre hacia él pero al cabo de unos minutos regresa sin haber
logrado alcanzarle. Continuamos nuestro camino hasta llegar al hospital, la
puerta principal está bloqueada y rodeamos el edificio para entrar por la
puerta de urgencias. El acceso al resto del edificio está impedido por una
montaña de camas y armarios. Pedimos auxilio sin embargo el hospital parece estar
deshabitado como la comisaría.
Seguimos a Marcos por uno de los pasillos de
urgencias hasta ver una consulta abierta donde nos metemos, cerramos la puerta,
tumbamos a Lu en la camilla y Marcos saca varios botes, gasas y vendas de los
armarios.
-Quítale el pañuelo. -me dijo-. Vamos a desinfectarla y cambiar la venda.
Con sumo cuidado levanto el pañuelo hasta llegar a
la herida, está pegado y tengo que dar un leve tirón para sacarlo, notando como
Lu se estremece.
-Lo siento. -susurré.
La herida ha dejado de sangrar tomando un color
negruzco preocupante. Marcos me aparta y
comienza su proceso de curación.
-¿Sabes lo que estás haciendo?
-Tranquilo,
soy enfermero.
Continua con sus labores hasta tener toda la herida
vendada, por último, saca una jeringuilla y le pincha en la barriga.
-¿Qué es eso?
-Antibióticos.
Ahora vamos a llevarla a la sala de observación.
Marcos desbloquea las ruedas de la camilla y la saca
al pasillo dirigiéndose hasta una sala llena de camas vacías separadas unas de
otras por cortinas blancas. Marcos deja la camilla al lado de otra y cambia a
Lu de lugar, es impresionante la soltura con la que se mueve en el hospital.
-Ahora vamos a dejarla descansar.
Lu estaba totalmente abstraída de nuestra presencia.
Saco la bolsa de cruasanes y nos sentamos en otra cama devorándolos.
-¿Quién era ese del parque? -pregunto.
-No pienses en eso ahora, descansa y cuando Lu se
recuperé lo buscaremos.
Continuará…
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