Pienso en ti mientras
pasan los minutos, procuro distraerme manteniéndome ocupado mas es imposible;
si estoy trabajando tu cara me acosa una y otra vez; si estoy en casa reviso
constantemente el móvil buscándote; si duermo sueño contigo. Día tras día tengo
tu rostro grabado en mi mente, haga lo que haga, esté donde esté, me resulta imposible
eliminarte. Cuento los segundos que faltan para volver a verte.
Por fin llega el fin de
semana y dejas de estar en mi cabeza para tenerte delante de mis ojos, puedo
tocarte, abrazarte y besarte. No me separo ni un instante de ti, escucho todas
tus historias sin perder el contacto de tus labios. Busco intimidad porque mi
cuerpo me lo pide, porque tú cuerpo me incita a hacerlo. Tú me llamas «cochiniiito»
con ese tono infantil que tanto me gusta. Damos rienda suelta a toda nuestra
pasión, horas que aparentan minutos, desnudos uno encima del otro. Después te
marchas, la noche ha caído y nuestras vidas deben regresar a su rutina.
Vuelve el inicio de
semana y con ello tus recuerdos, al principio placenteros se convierten en
dolorosos al pasar los días sin recibir noticias tuyas. Pareces olvidar nuestro
encuentro, mantienes tu vida sin mí pero me acosas en pensamientos, me obligas
a odiarte y adorarte, deseo dejar de verte y ansió volver a tenerte entre mis
brazos. Rompes todos mis esquemas, me pones patas arriba y te marchas tan
tranquila. Estoy adicto a ti, me enganchaste poco a poco hasta tenerme preso de
tus encantos. Nunca me avisaste que fueses tan adictiva, ahora ya no hay marcha
atrás. Soy un yonqui que tiene mono de ti.
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