Nuevo capitulo de Querido diario, puedes leer los anteriores aquí. ¡Espero que lo disfrutéis!
Día 6,
Nos acercamos
cautelosos al último despacho, retraso mis pasos para que Marcos vaya delante,
no quiero ser la víctima de ningún perro loco ni nada por el estilo. Veo como
Marcos se apoya sobre la pared y se desliza con mucho sigilo hacía la puerta,
está de cuclillas mientras se incorpora despacio para observar el interior. Me señala
que me acerque pero le niego con la cabeza, no quiero estar cerca del peligro.
Cuando levanta la
cabeza, la puerta se abre de sopetón y Marcos cae de culo. Yo hago un amago de
salir corriendo hasta el zulo pero tropiezo solo y caigo estrepitosamente, no
puedo ver nada. Es mi final y no voy a poder despedirme de mi familia.
-¿Se puede saber qué haces, imbécil? -dice una voz familiar. Me doy la vuelta y veo a Lu.
-¿¡Dónde te habías metido!?
-Me he despertado con unos ruidos muy raros, olvidé
decirte que soy sonámbula, por eso quería dormir en el calabozo pero no se
podía cerrar la puerta.
-Eso es culpa mía. Rompí la cerradura para salir. -dijo Marcos- Tú debes ser la amiga de la que hablaba Álex, yo me
llamo Marcos. -le
extendió la mano a Lu y ésta hizo lo mismo pronunciando su nombre.
-Espera, ¿qué has dicho? ¿Por qué rompiste la
cerradura?
-Para salir…
-¿Para salir de dónde?
-¡Imbécil! de donde va a ser, del calabozo -dijo Lu.
Cuando Lu fue
consciente del significado de sus palabras desvió su mirada hacía él y le miró
aterrorizada.
-Tranquilos chicos, no he hecho nada malo.
-De verdad esperas que te creamos. -repliqué, Lu estaba muda- Dinos por qué estabas en el calabozo.
-Eso no importa, tenemos cosas más importantes ahora.
-Yo no pienso ir a ningún sitio con un asesino. -arremetió Lu.
-Si quieres que vayamos dínoslo.
-Está bien…-vaciló durante segundos- me detuvieron por beber un poco más de la cuenta.
-¿Solo por eso? -desconfío de sus palabras- no te creo.
-Tengo problemas con el alcohol, chicos. Bebí más de
la cuenta y le pegué al camarero cuando intentó tirarme del bar, estuve dos
días encerrado allí abajo y forcé la cerradura, ya tuve tiempo para
arrepentirme de todo.
-¿Eso es todo?
-Déjalo ya Álex, yo le creo. -reprochó Lu.
No podía enfrentarme a
los dos a la vez y preferí esperar para ver cómo terminarían todo.
-Ahora debemos salir de aquí. -apuntó Marcos.
-¿Podemos ir a la tienda de Lu? Tengo hambre.
-No, imbécil. Mis padres se enfadarán si seguimos
cogiendo cosas.
-Lu, él tiene razón debemos comer algo para aguantar
el día. Yo te pagaré. -dijo
Marcos.
Finalmente Lu aceptó la
oferta y salimos los tres en la misma dirección por la que habíamos llegado.
Esta vez, no hubo ningún suceso al atravesar el parque. Entramos en la tienda
por el agujero del escaparate y nos quedamos anonadados al verlo todo vacío,
las estanterías por el suelo y las neveras abiertas. Al ver el panorama Lu se
echó de rodillas y comenzó a lloriquear. Me dolió verla así, le puse mi mano en
el hombro para darle consuelo. Esa tienda parecía importarle mucho y siempre era
objeto de desgracias.
-¿Quién ha podido hacer esto? -dijo Lu entre sollozos.
-No lo sé, ayer estaba todo.
-Esto no es cosa de uno solo. -sentenció Marcos mientras daba una vuelta de
reconocimiento.
-Cuando todo vuelva a la normalidad los buscaremos.
-Esto no nos ayuda demasiado. ¿Tienes algo más? Te lo
pago. -dijo
Marcos mientras sacaba algunos billetes de la cartera.
-Voy a mirar en la trastienda. -respondió Lu reponiéndose.
Desapareció tras de una puerta y quedamos Marcos y
yo. Él estaba plantado delante de unas estanterías mirando fijamente donde
antes había licores.
-No pensarás emborracharte.
-Chico, más vale que no sigas por ahí, no conoces
nada de mi vida. ¿Me preguntaba para que iban a llevarse el alcohol? Es una
carga extra y no sirve para nada.
-Supongo que para lo mismo que tú, para bebérselo.
-Mira niñato… -dijo agarrándome del cuello y empujándome contra la
estantería-
no tengo nada en contra tuya, pero si vuelves a hacer un comentario de ese tipo
no tendré ningún reparo en darte el puñetazo que tu padre no se atrevió a
darte.
-De…de acuerdo. -Trago un poco de saliva sin saber qué más decir para
librarme de él, me mira poseído, da miedo.
De pronto escuchamos un alboroto en el trastero seguido
de un grito de Lu. Marcos me suelta y, sin decir nada, sale corriendo hasta la
trastienda. Yo le sigo después de comprobar que todo está en su sitio.
Continuará…
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