martes, 24 de enero de 2017

Relato: Querido diario II


¡Hola! Bienvenido a Relatos en una botella, este es el segundo capítulo de una serie de relatos. Si todavía no has leído el primer capítulo te animo a que lo hagas ;)




Día 2,

Ayer no pude salir de casa, estuve mirando por la ventana durante todo el día y vi como Curro permanecía inmóvil en la puerta, expectante por si me volvía a ver. Estuve encerrado en casa intentando contactar con mi familia por teléfono sin obtener ninguna noticia. Llamé a la policía para pedir ayuda, solo para que se llevasen a Curro, pero también fue inútil porque todas las líneas de emergencia estaban comunicando.

Pasé gran parte de la tarde y de la noche mirando por la ventana. Intentando encontrar a alguien por la calle que me pudiese ayudar. No vi a nadie, durante horas solo estuvimos Curro y yo en esa pequeña parcela. A medida que pasaba el día el miedo se fue apoderando de mí, terminé por esconderme en mi cama hasta amanecer en un nuevo día donde todo fuese normal.

Esta mañana miré por la ventana nada más despertar, Curro ya no estaba. Desayuné deprisa mi bol de leche con cereales y me preparé para bajar a la calle. Todo seguía igual que ayer, los locales estaban cerrados y las calles también estaban vacías. Caminé por la carretera, tenía curiosidad por ver cómo debía estar la ciudad. Hoy el día era soleado, el viento inexistente y el paseo aunque un poco largo para mi gusto fue agradable, durante todo el trayecto no vi ni un solo vehículo en la carretera, eso fue lo único que me preocupó.

En la lejanía divisé la gran mole de bloques de edificios que forman mi ciudad. No tenemos rascacielos pero una vez estuve en el ático de un amigo que vivía en un décimo y pude ver toda la superficie de la ciudad de un solo vistazo, es curioso porque la vista desde las alturas ofrece una visión totalmente distinta a la que se ve a pie de calle.

Tomé la calle principal que dirige al centro, por el extrarradio veo el mismo paisaje desolador. Deseo con todas mis fuerzas que esto solo sea una broma pesada que me están gastando por mi cumpleaños, porque la situación me empieza a superar cada vez más. El centro tiene el mismo panorama, locales cerrados, calles vacías, no hay nadie. Me siento en un banco soleado de la plaza, pensando qué hacer cuando de pronto se acciona la fuente situada en el centro de la plaza apareciendo varios chorros de agua. Me asusto, es la primera cosa normal que veo desde ayer.

Acude a mi cabeza la idea de que si la fuente funciona debe ser porque alguien la está controlando, de modo que me pongo rumbo a la planta de saneamiento de aguas. Se encuentra al norte de la ciudad, callejeando debería llegar en unos quince minutos aproximadamente.

Por el camino, encuentro un local con las ventanas rotas, se trata de un establecimiento 24H. Asomo la cabeza por el ventanal y pregunto si hay alguien ahí, escucho mi eco retumbar en el fondo. Espero unos minutos, al no obtener respuesta paso dentro. Todo está muy oscuro pero puedo ver un par de estanterías tumbadas con productos de alimentación tirados por el suelo, parece que alguien entró para robar. Empiezo a tener hambre tras la caminata que llevo realizado  y me tomo la licencia de coger una empanada del mostrador y un refresco isotónico.

Salgo del lugar y sigo hasta la central. Al llegar allí puedo ver que todo está cerrado a cal y canto, no me sorprende. Me aproximo a las ventanas e intento buscar en el interior algún indicio de vida.

Tras unos minutos mirando por la ventana, aporreando la puerta y apoyando la oreja en ella para escuchar cualquier tipo de reacción al otro lado, desisto frustrado en mi vano intento por averiguarlo.

Finalmente, decido volver sobre mis pasos, estoy agotado, frustrado y asustado por la situación. Quiero volver a la rutina diaria, escuchar a mi madre gritándome para que mueva el culo y haga cosas de provecho. Oír a mis hermanos decirme que soy un vago y que debería estudiar para tener un futuro. Ver a mi padre llegar del trabajo y sentarse delante de la televisión sin mediar palabra. Me siento estúpido al añorar esas tonterías que hasta hace dos días odiaba. No hace mucho me hubiese encerrado en mi habitación para evadirme de ellos y ahora quiero recuperarlos.

Antes de volver a casa decido pasar por la tienda desvalijada para coger comida, nunca me ha gustado cocinar. Me aproximo tranquilamente al local pensativo sobre qué voy a elegir para comer y cenar, creo que hoy me he ganado darme un pequeño atracón tras el esfuerzo realizado.
Al acercarme oigo ruidos en el interior de la tienda, me apoyo contra la pared e intento escuchar qué clase de ruidos son, no me gustaría tener que vérmelas con otro Curro enrabietado sin miramientos para atacarme. Agudizo el oído y escucho el ruido de bolsas abrirse, pasos de un lado a otro y objetos cayendo en el interior de las bolsas.

No cabe duda de que es una persona abasteciéndose, posiblemente sea el ladrón que rompió la cristalera y, en condiciones normales huiría antes de enfrentarme a una situación violenta, pero con la desesperación corriendo por mis venas el impulso por ver un rostro humano es superior a mí y mis pies se lanzan al interior del local antes de ser consciente del peligro al que me expongo.


Continuará…

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