Te quise como amiga, desde el principio supe que
eras una persona especial. Nunca antes había conocido a alguien como tú. Te
quise desde el lado más egoísta de mí ser, te quise a mi lado para siempre a
pesar de que nunca tuve las cosas claras contigo. Quise ser sincero para evitarte
sufrimientos innecesarios, sin embargo, mi sinceridad terminó por ser más cruel
de lo que hubiese deseado. Te hice llorar, nunca fue mi intención, solo quise
verte feliz.
Era irremediable terminar enamorándome de ti, tú
eras única, fui consciente que nunca encontraría a nadie más como tú. Intenté
rectificar sobre mis pasos, quise ser lo que antes te negué, y tú, sorprendida
no supiste cómo reaccionar. Desde el principio supe que mis actos tendrían
consecuencias y, cuando quise cambiar encontré un rechazo inesperado.
Decidí dar lo mejor de mí para hacerte cambiar de
opinión. Intenté demostrarte los sentimientos que había mantenido guardados
bajo llave y, poco a poco, fue surtiendo efecto. Ansiábamos estar juntos,
parecíamos quinceañeros. Me hiciste sentir cosas que había olvidado, cosas que
pensé no volver a encontrar jamás.
Nunca debí preguntar, debí permanecer en mi burbuja;
ajeno a la realidad. Pero mis sentimientos me llevaron a la curiosidad, esa fue
la razón por la que insistí saber toda la verdad y tu triste verdad me dio un
golpe de realidad. Sentí como todo a nuestro alrededor se desmoronó. Siempre me
exigiste sinceridad, me dijiste que los mentirosos daban asco ¿por qué no
fuiste sincera conmigo?
Desde que conocí tu verdad no he dejado de llorar, pensamientos
insoportables acuden a mi cabeza jodiéndome cada vez que te recuerdo. Tú me
suplicas perdón y yo deseo perdonarte pero no sé cómo hacerlo. Busco consejo en
mi interior pero solo obtengo silencio, estoy perdido en esto y ya no te tengo
cerca para aconsejarme.
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